miércoles, 28 de septiembre de 2011

Dicen que, que cuando llegue..........................


“En tiempos coloniales, Palenque, fue el santuario de libertad que escondía, selva adentro, a los esclavos negros fugitivos de Cartagena de Indias y de las plantaciones de las costas Colombianas. Pasaron los años, los siglos. Palenque sobrevivió. Los Palenqueros siguen creyendo que la tierra, su tierra, es un cuerpo, hecho de montes, selvas, aires, gente, que por los arboles respira y llora por los arroyos, y también siguen creyendo que en el paraíso reciben recompensa, los que han disfrutado de la vida , y en el infierno reciben castigo los que han desobedecido la orden divina: en el infierno arden, condenados al fuego eterno, las mujeres frías y los hombres fríos, que han desobedecido las sagradas voces que mandan a vivir gozando con alegría y pasión…” de PATAS ARRIBA (Eduardo Galeano)
Cruce la frontera con los soles que me quedaba, he ingrese al ecuador comiendo naranjas con esas monedas. Me quedaban 10 dólares en la mochila y los consejos de otros ciclocolifatos, de que en Ecuador, estaba todo bien para parar en la estaciones de bomberos. Con el último esfuerzo llegue hasta un pueblo llamado “Arenillas” , un pueblito chiquito y caluroso, lleno de militares que me miraban…bue, ustedes saben cómo je.
Me llegue hasta el cuartel, donde uno de sus encargados, muy amablemente, me ofreció el salón de convenciones del edificio de dos pisos. Ahí me acomode, invertí lo que tenía en verduras, queso, pan, para hacer unos sándwich, salir y vender. Mientras chateando con mi  Waiky (hermana/o, como se dice por estos lados a los que viajan) la juli co (Julieta Coeli) me decía que ella, junto con su familia, me mandaban un salvavidas, mil gracias!
Descanse de los 75 km, vendí  sanguche, mientras recorría entre sus casas de maderas de diseños cúbicos, mezcladas con motivos de la zona y colores suaves contrastados  con tonos fuertes de rosas, amarillos y turquesas, o mientras recibía monedas de 0,50 de dólar, con tres veces el tamaño del peso argentino. Conocí una señora, Marcia, que me levanto el ánimo, me regalo un par de cositas útiles y antes de irme me dijo que no me preocupara de nada, que en todos lados había gente buena.
Me fui de Arenillas con llovizna, que se intensifico rumbo a Machala, hasta quedar empapado. Llegue a la ciudad del banano, pensando que era más chica, busque otra estación de bomberos, y después de ir por mil lados, la encontré. De ahí me derivaron a otra. Hice sanguches de vuelta para juntar algo de plata y seguir, porque no me gustaba mucho la ciudad y lamentablemente había mucho sonido a delincuencia en las calles.
Pero antes de irme, la magia del viaje me regalo lo suyo. En el cuartel los bomberos no me daban ni la hora, pero en un momento alguien pregunto algo, y otro también, y así entre risas nos conocimos. Me contaron las mil historias, de cómo a veces no pasa nada y cuando pasa, el esfuerzo puede ser increíble. Nos tomamos unas fotos con algunos de ellos: Víctor Vásquez, Julio Cesar Terillo, Francisco Guzmán y de los que no tengo sus nombres, allá van las gracias! Con Víctor, incluso una noche, me vino a buscar en el auto, para llevarme a conocer Puerto Bolívar, desde donde se exporta el banano Ecuatoriano para todo el resto del mundo y a comer ricos manjares de esa zona: Cache frita (como una especie de trucha) con menestra de frijol y ostras con salsa criolla y limón, ricasso!! En el cuartel también me regalaron un presente que me acompaña y me recuerda de esa buena gente.
Merche hacia Cuenca por un lugar llamado “pasaje” y de ahí empezar a trepar a la ciudad. Muy húmedo todo, como Coroico en Bolivia. el verde resbalaba por los cerros y florecía en el bordo de los frutos del cacao y el amarillo de los puestos de banas del camino (en realidad acá, a la banana se la llama guineo maduro, del cual hay variedades: orito, norte, morado, seda, filipino y otros. Y esta el famoso plátano para cocinar, verde o maduro, cualquiera que sea, hay para todos los gustos y ellos lo usan en todo)
De la provincia de “el oro” pase a la provincia del “Azuay” . a la tardecita, luego de pasar solo caseríos, le pregunte a un hombre para seguir, me dijo que no era recomendable,  a eso le pregunte, que si me dejaba armar la carpa por ahí, me dio una casa que tenia de deposito, guineo oritos, arroz con estofado, huevo y aguacate (palta). Gracias a Jacinto Narváez y su flia! La noche llego, las nubes se fueron y 100 grillos me dijeron: a dormir.
Me levante temprano, me despedí de la familia, luego de un buen desayuno de regalo. Empecé a subir de vuelta, pero sentía re pesada la bicicleta. Tenía que hacerme una parrilla delantera para equipaje y así distribuir el peso, sino cada vez costaría más. Seguí hasta una parte desértica (comparada con la anterior) con mucho sol. Un dedo, me llevo hasta Santa Isabel, un poblado a unos 20 km. Pedalee luego del mediodía, unos 12 km más, pero entre lluvia y frenadas, se empezó hacer tarde e intente un dedo mas. Me recogió Gonzalo Solórzano, que me llevo a Cuenca contándome de la guerra por el territorio,  entre Ecuador y Perú, mientras nos adentrábamos a las sierras, esas hermosas sierras. Gonzalo y su familia, me llevaron a su casa y me dieron la bienvenida a esa ciudad.
Al otro día arranque temprano, para ver de conseguir un lugar para estar y conseguir dinero para ese lugar. Llegue hasta el costado de la catedral, saque los señaladores y empecé a contar la historia del viaje. No solo la gente colaboraba, sino que algunos hasta me ayudaban a vender, me invitaban a tomar café o se paraban muy atentos a escuchar. Hasta una familia me levo a almorzar a un re lugar y a pasear juntos con ellos para conocer. Washington y su familia, eran de Ibarra, mas al norte, donde desde ya, me dijeron, tenes una casa.
Cuenca: ciudad bonita, si las hay. Entre cerros despierta, una de las tantas ciudades coloniales que bordean los andes. Inmersa en arquitectura de ladrillos y piedra, limpita, tranquila y solidaria. Se deja rosar por sus ríos y mientras su cerro, el Cajas, produce nubes y humedad constante. Sus habitantes son amables y coloridos. Llena de arte y cultura de calle, grafitis, esténcils y murales, adornan el caminar o dejan un pensamiento al pasar.
Un día vendiendo trufas, con Nadia (Nadia, compañera de Stu, otros amigos del viaje) conocí a José Ferro   , argentino que vivía en Ecuador hace un par de años. Me dijo de su casa y que me podía quedar allí un tiempo mientras me acomodaba. Gracias José.
También en esos días llegaron, Gastón y Paula (los chicos con los que viví en Nazca) que junto con Stu, Nadia, José, Andrés, y otros pintores de la calle, nos la pasábamos de comilonas, como: asadito, choripanes y hasta hubo noches de canelones. Con los chicos hace tiempo que nos cruzamos y la alegría brota al vernos, la magia del viaje fluye y por unos días somos familia.
En eso, que el cielo cambiaba y los días hacían lo suyo, se me cumplió un año en el ruedo, en este baile y nadie me quita lo bailado.
Hasta las próximas letras.






Santi de la luna

domingo, 4 de septiembre de 2011

Los ojos no quieren dormir...


El 25 de abril del 2003, nació cuki (Matías Quaglia) mi sobrino, en momentos donde las cosas estaban difíciles en mi familia, trayendo luz y felicidad, uniéndonos a mi hermana y a mí, y tranquilizando al resto. Así como el llego a nuestras vidas, mi querida abuela (Angelita Bustos, la mejor maestra de cocina que tuve) se fue. Paso el tiempo, y el cuki crecía, una noche me dijo mi hermana que lo llevara a acostarse, porque no quería y a mí, me iba a hacer caso. Lo cargue en brazos, lo acosté en su cama,  con su voz suavecita y tranquila me dijo: “todo bien tío, yo me acuesto, pero los ojos no quieren dormir…”
Este informe está dedicado a mi sobrino, y a las abuelas, que muchas veces han ayudado a nuestra crianza, y por suerte, a nuestra mal crianza je.
Como les dije en el informe anterior, estas segunda parte de las costas del Perú, traen otro aire. La delincuencia me persigue un poco, pero no me dejo atrapar. Seguía sin dinero, pero tenía mi pasaporte. Con esfuerzo y perseverancia, compre un pasaje imaginario al Ecuador, el precio fue: nunca dejar de soñar…
Salí de Chiclayo, luego de despedir a David. Medio perseguido en la ruta debido a todo lo sucedido, y a los comentarios (fundamentados por la realidad) de lo que faltaba de las costas Peruanas. Cuando atardecía andaba por una parte desierta, antes de Piura, como a 70 km de Chiclayo, no tenía para hacer fuego, ni mucho para cocinar, asique decidí hacer dedo mientras andaba. Al toque me levantaron Hugo Lobo Román y Cesar Urbiola, que vivían en Lima. Me llevaron hasta el peaje de Piura, donde cene con ellos, debido a su amable invitación y a la intención de ayudarme más de alguna forma. Como no tenía mucho dinero, decidí quedarme en el peaje, donde hable con la dueña del comedor donde cenamos, y me dejo dormir ahí esa noche.
Al otro día me despedí de Elena, le agradecí ya que ese peaje, de noche, está lleno de historias nefastas. Pase por Piura a comprar provisiones y más adelante, me dispuse a tomar unos mates con la yerba que me había regalado David. Ustedes no saben hacia cuanto quería tomar unos mates de vuelta en la ruta, y lo que putee al no poder hacerlo, debido a que se me había roto, la última bombilla que me quedaba je.
Por la tarde, luego que paso el sol, pase por Sullana. El paisaje empezaba a cambiar un poco. Cruzando el rio Chira, las plantaciones de plátano y los piletones de arroz, tornaban el paisaje, agradable y húmedo. Estaba a la salida  de un pueblo llamado Mayaditos, cuando un fuerte viento en contra no me dejo seguir avanzando. Volví hacia el pueblo y luego de preguntar en una estación de servicio, me pegue un buen baño y me dejaron dormir en el techo de la misma.
Arranque 7:30, con el día nublado. Como a 23 km, solo las plantaciones de cañas bordeaban la ruta. Me frene en una parada de colectivo a descansar y a leer un rato. En eso varias personas de la casa del frente salieron a saludarme y convidarme fruta. Al rato me levante, sin ganas de pedalear, hice 100 metros e hice dedo. La primer camioneta que paso a mi lado, se cruzó delante mío y me cargo. Era Santiago Solari, que vivía como a unos 100 km en “los órganos” , en el pueblo de Vichayito. Entre risas me conto de sus viajes por el mundo, donde estudio en algún momento para ser Chef. Me dijo que si no tenía nada que hacer, me invitaba a almorzar. También me dijo que tenía un barcito y algo más, frente al mar…ese algo más, al cual llegamos como a la hora. Se trataba de su casa, un completo vivero (Palo Santo) un barcito resto (Ñaylamp)  y un par de cabañas bien equipadas, todo en un conjunto natural, rustico, guiado por la simpleza y el buen gusto, frente al mar.
Lo primero que dijo Santiago, luego de  descargar la velosirraptor, fue: vamos a pegarnos un chapuzón? Junto con Julián de Boston, un conocido de el. Las costas preciosas de esas partes, son de arena blanca y bien fina, de agua turquesa y cálida, donde el anfitrión me decía: cada vez que conozco a alguien, lo traigo para acá para que conozca donde vivo, y porque lo elegí. Primero fui cauto y de a poco ingrese al agua, porque como soy de las sierras, los ríos son mi fuerte, pero el agua me encanta, asique al  rato ya andaba trepando olas, que por cierto en esos lugares empiezan a crecer.
A la vuelta almorzamos con varios de sus empleados (ya que el lugar es grande y con mil cosas por hacer) por supuesto un  buen pescado apanado (algo así como la milanesa) con arroz y menestra (es como un guiso bien liquido de frijoles colorados). A la tarde, el lugar y la predisposición del dueño, me llevaron a relajarme y por supuesto, olvidarme de los apuros de cruzar a frontera. Ya no podía salir, se me había hecho tarde. Santiago nos ofreció a Julián y a mí, una de sus cabañas.
En el bar, se habían hecho para la noche reservas, de dos mesas, una con dos personas y la otra con dieciséis, asique después que cayó el sol, andábamos con Julián de meseros y bacheros. No solo dimos una mano, sino que aprovechamos para probar mariscos, camarones, diferentes pescados, todo muy ricoooo!!
Solo una nota, entristeció la melodía de ese lugar. Cuando avisaba por internet donde andaba, uno de mis mejores amigos, el gordo (Rodrigo Lema Mundini) me avisaba que había fallecido: la Lita, su querida abuela, que junto con la del flaco (Darío Molina) eran mis nonas adoptivas. Paralelamente y comprendiendo la compensación, de tan tremenda perdida, Fran (Francisco Heredia) me avisaba que junto con su novia (Marie del Rio) emprendían ese hermoso camino de ser papas. El ciclo de la vida trae una lágrima, y lo equilibra al segundo, con una sonrisa. Desde allá, la Lita, la Abu del flaco y mi abuela, nos guían como estrellas, como varias veces lo hicieron aca, mientras otro niño llega al mundo, y con él, la esperanza, de que todo puede cambiar.
Arranque tarde al otro dia luego de agradecer a Santiago, por dejarme en la ruta y por su simpleza y su hospitalidad. El sol quemaba entre subidas y bajadas. Cuando llegaba la tarde, había pasado Cancas y llegue a puntas sal, ahí unos locos, me dejaron dormir en un parador de playa que ellos cuidaban, medio dejado pero hermoso lugar, lleno de objetos antiguos y desechos naturales del mar.
A las 5:30 estaba desayunando y al toque saliendo, para que el sol no me agarrara. A la noche frene a descansar, mientras terminaba de leer el Quijote. Luego a la hora andaba por zorritos, comprando algo para el almuerzo, que realice minutos después, con platanos al rescoldo y sándwich de queso.
Esa noche dormí en una casa que un cuidador me dejo, en frente del mar, previo pegarme un baño entre olas y meditar en la playa junto a los cangrejos del lugar.
Temprano me dirijo hacia Tumbes, que como toda ciudad fronteriza, es recomendable cruzar temprano je. Como a las 9 estaba desayunando a la entrada de la ciudad, con el poco dinero que me quedaba.
Pase gigante piletones de arroz y varias plantaciones grandes de bananos, llegando como cerca de las 11 a la frontera. Luego de hacer los papeles correspondientes, lo había hecho!! una risa, mi propia risa era lo único que escuchaba cruzando un puente y entrando al Ecuador, solo me quedaban 10 dólares y un par de soles en moneda, tenía más de lo que tuve en otros momentos y otro país, otra energía, me daban la bienvenida.
Tengo exactamente 2884 km pedaleados, sumando todos los dedos, me dan un total de 5331 km y me depositan en Cuenca, ciudad desde la que escribo esto. Que paso entre la frontera y esta ciudad? Será para el próximo informe.
El mundo me está mostrando sus maravillas, mientras algunos sierran sus ojos y su alma; mis ojos no quieren dormir; otros no en a su alrededor, ni hacen nada para cambiar el aire que los rodea; mis ojos no quieren dormir; aquellos que tiene el poder, lo mal utilizan, envenenan la tierra, pero se enfrentan a los que no queremos una eterna siesta; mis ojos no quieren dormir; lo que no enseñan en las escuelas y en las facultades, la vida te lo muestra, gracias Angelita por enseñarme y cuki por mostrarme, mis ojos no quieren dormir, mis ojos no quieren dormir, mis ojos no quieren dormir…
                 Santi de la luna