“todo
lo que vivamente imaginamos, ardientemente deseamos y entusiastamente
emprendemos, inevitablemente sucederá”
Es
raro caminar por donde camino, es raro saludar a la gente, es raro volver a una
casa, es raro jugar a las bolitas con mi sobrino, es raro oler, comer y mirar,
es raro quedarme hasta tarde charlando con un amigo como si nada hubiera
pasado, y mas raro me parece aun, cuando voy en la flaiera (mi bici playera) y
siento que nunca me fui, que solo fue un sueño, pero ese sueño, me marco las
manos, el pelo, las ideas y la vida. Sin temor a equivocarme, fue uno de los
mejores sueños de mi vida, porque dejo de ser sueño para pasar al plano de la
realidad, se fundió con el aire y me hizo respirar…
Salí
de Cuenca como a las 11:00 hs, luego de toma unos mates con Jose y agradecerle,
ya que con todos los demás me había despedido en los días anteriores (incluso
de Gonzalo y su familia, que fueron los primeros que me dieron casa en esa
ciudad)
Encare
para el cerro Cajas, que a la vez es un parque nacional, lleno de lagunas de
agua dulce (mas de 100). El cerro se presentaba verde en miles de tonos
diferentes, pero muy verde. Cuando comenzaba la tarde empezó a llover, me
refugie en la única casita que vi a un costado. Allí una señora y su nieta me
convidaron de su fuego y su techo, mientras la pequeña Jessica de 8 años, me
decía: no tenga miedo, no somos gente mala, si se quiere quedar se queda, no le
vamos a hacer mal.
Seguí
hasta que empezó a atardecer, dándome cuanta que no podía hacer fuego, ya que
estaba todo re mojado y que me tenia que conformar con unos tomates y unas
zanahorias, pero antes hice un dedo por si las moscas. La magia se hizo
presente, de tres camiones que pasaron, el ultimo freno, con Cristian López ,
Maribel Orellana y su hijo, ahí nomas me dieron un yogurt con cereales y me
llevaron hasta su casa, en el km 26 (Virgen de Fátima) previo frenar en un lugar
de noche a cenar je. En la familia eran todos mormones, asique entre
bendiciones me dieron una pieza, en una de las noches mas calurosas de mi
existencia (nada comparado con las que vinieron después)
Me
levante temprano, ahí nomas me puse a pintar un cartel, desayuno merienda y
cena, un cambio totalmente justo por lo que me brindaron, luego un desayunaso,
tamal de plátano verde con pescado y arroz, y un café con leche. Luego de
varias insistencias para que me quede, y de pensarlo también, decidí seguir, a
donde? A Montañita, según los viajeros, uno de los paraísos de Ecuador. La
humedad me hizo llegar flotando hasta Guayaquil, pasarla por el costado y
seguir rumbo a la famosa ruta del sol. El sol era insoportable, pero llego el
atardecer y el aire fresco me llevo a pedalear en total 88 km, me regalo uno de
los mejores atardeceres de este viaje y me deposito en una estación de
servicio. De noche y sin poder seguir, convencí a los playeros que me dejaran
tira debajo de unas palmeras y plantas que había en la estación.
Antes
de partir temprano al otro día, tuve que parchar a la velosirraptor. Luego
pedalee hasta el mediodía y llegue a un pueblo llamado el progreso, el calor
solo me hizo comer algo y seguir para buscar un lugar para echarme una siesta.
El mejor lugar que encontré fue un caño de esos gigantes de desagüe, que pasan
por debajo de la ruta, con unos murciélagos de compañeros, afortunadamente el
aire fresco que corría por dentro me desmayo hasta las 16:00 hs. Luego la tarde
llego, pero buscando un lugar para dormir, llego también la noche, me confié, y
sin ver por donde andaba y a donde podía armar la carpa, continúe por la noche
cerrada, alumbrado por los coches y la fuerza de sobrevivir, pedalee totalmente
exhausto, y al fin llegue a unos caseríos, donde Ángel me dejo dormir bajo un techo y a
salvo.
Llegue
a la ruta del sol como a las 10 de la mañana, comí un encebollado de desayuno
(como una sopa de pescado riquísima) en un poblado frente al mar, llamado San
Pablo. La ruta del sol es hermosa, pueblos pesqueros, con gente dorada por el
sol y adormecidos al lado del gigante azul, en sus hamacas de red negra. Seguí
por esa ruta, pase Monte Verde, Valdivia y otros pueblitos, la ruta cambio de
nombre a: ruta del Spondilus. Bordeaba riscos de arena y me acompañaban cientos
de pelicanos. Así llegue a Manglar Alto, pase el pueblo, creyendo que iba
llegar a Montañitas al otro día, pero la sorpresa de un cartel me dijo,
llegaste! Montañitas es re turístico, lleno de bares y restoranes muy lindos.
Una muralla de piedras reciben al mar todas las mañanas y los surfistas plagan
la playa desde el amanecer. Si queres fiesta, no te preocupes en buscarla, sola
llegara, estés donde estés. A ese lugar llegan miles de personas de todo el
mundo, porque ese lugar es uno de los tantos paraísos de ese hermoso país.
Ahora
les voy a contar lo que me pasaba en la cabeza en ese momento: estaba otra vez
en un lugar hermoso, después de tanto esfuerzo, llegue. Otra vez en un lugar
único, y otra vez esa sensación que se hizo cada vez mas fuerte hasta ese día.
No tenia con quien festejar esa llegada, alguien que entendiera como yo, que
paso para llegar hasta ahí, nadie con quien abrazarme e ir gritando hasta el
mar, como si el mar fuera un tesoro liquido. Las personas que me conocen, o los
que han leído esta historia, saben que soy una persona con una energía y una
luz buena, que rio y contagio, pero estaba apagado, estaba triste frente al
mar. Trate en tres días, ver si no era algo del momento o las circunstancias,
pero no, la sensación se hizo más fuerte. Decidí irme para Quito, pero la
realidad es que esa capital quedaba como a 600 km o mas y había que subir a la
cordillera otra vez, sin plata casi y de bajón, solo pensé: me voy a Quito, no
tengo menos plata, de lo que tuve en algún momento y no esta mas lejos que mi
pueblo, chau!
Salí
de montañitas el jueves 22, con llovizna, pinche bajo esa llovizna en una
subida grande, en medio de una jungla y con la civilización a varios km. Llegue
a Puerto López, hermoso pueblo de pescadores, comí algo como a las 16 hs y
seguí por la ruta del Spondilus pero se empezó a desertificar esa parte y los
cambios livianos no me andaban. De un dedo llegue a Puerto cayo como a 20 km de
donde estaba o menos. Ahí pregunte en el cuartel de bomberos por un lugar, José
Luis Spinel Sedeño me dio una casa, un buen baño y comida. El recibía a
viajeros siempre, porque decía que eran peregrinos y que así el aprendía mucho
(mientras subís, la gente respeta mas a los que viajan de formas no
convencionales, dicen que sos un guerrero, porque saben que para llegar hasta
ahí, tuviste que pasar de todo)
Seguí
bordeando el pacifico con la ruta desolada y abandonada, me dijeron que tuviera
cuidado mas adelante, la delincuencia estaba brava por esos lados! Como a los
20 km me levanto Gonzalo Cadena y me llevo hasta cerca de Mantas y me explico
unas utas para subir corto hasta Quito ( así y todo me faltaban mas de 300 km)
A
las 16 horas me mande por un atajo lleno de palos borrachos, sol y desolado,
tenia que hacer unos 20 km y salir a la ruta que va para la capital. Casi todo
en subida, con la bici más pesada, se me terminó de dañar los cambios. De un
dedo llegue hasta Piedra Fuerte, una familia me dejo armar la carpa, mientras
me convidaba una buena sopa y yo trataba de arreglar la velosirraptor. Trataba
de poner lo mejor, pero estaba con la cabeza en cualquier lugar.
Con
el día nublado, por suerte, comencé a pedalear. Los primeros km el arreglo
anduvo, pero cuando las subidas se hicieron teribles, se volvió a joder. Dedo
hasta Chone, ahí los chicos de una bicicleteria, me arreglaron los cambios y le
hicieron unos toques mas, todo x un dólar. El sol salió y continúe varios
kilómetros con el de testigo, todo se me hacia muy pesado, hacia varios días
que no dormía bien, no solo por el clima o los mosquitos, sino por las
continuas pesadillas y la aparición en ellas, de familia y amigos.
Seguí
subiendo con un paisaje increíble, pero no podía disfrutar nada, quería llegar
a Quito, a que? Empecé a resolver que estaba muy triste y era porque no podía
compartir todo lo bueno de este viaje con alguien, al fin y al cabo esta
historia era para estar bien y nunca, todo lo contrario. Si yo pregonaba ser
feliz y no lo estaba siendo, había que cambiarlo. Llegue a un pueblo llamado
Flavio Alfaro, ahí me dejaron parar, en un polideportivo o algo así, y luego me
dieron una pieza para pasar la noche.
Al
día siguiente arranque bien temprano. Con una humedad increíble, seguí
trepando, pero el mal humor que tenía y las pocas ganas, hacían que todo pesara
más. Pedalee unos kilómetros, tenia que llegar hasta Dolores, de ahí a Santo
Domingo y de esa ciudad hasta Quito, eran solo 260 km mas o menos, en subida,
casi nada jaja. Le hice dedo a una camioneta gigante nueva, pero siguió, pero
para mi sorpresa a los pocos minutos volvió la camioneta, me subieron y me
dijeron que iban a Dolores, joya! Mágicamente, no solo pasaron esa ciudad,
pasaron la que seguía y llegaron hasta Quito! En el camino les habían avisado
que tenían que ir a la capital a hacer unos trámites, la magia del viaje hacia
lo suyo y yo sonreía, bajando a la velosirraptor en la gigante ciudad en medio
de cerros preciosos. En esa ciudad me aloje en un hostel lleno de malabaristas,
mochileros y artesanos, en su mayoría de Colombia, Argentina y Ecuador. Me
comunique con mis amigos y familia, hablando con ellos y con lo que había
pensado, decidí volverme. Podría haberme vuelto en la bicicleta, pero para
volver así, era mejor seguir no? La propuesta era en avión, porque volver era
ya. En esos días en el hostel todos los viajeros, me ayudaron, y me hicieron
compañía, entre ellos estaba Stu, uno de los tantos amigos de este viaje, en la
puerta de la pieza donde paraba había un escrito, que me indicaba que mi
decisión era la correcta.
Todo
se resolvió rápido, pero para mi los días fueron eternos, estaba decidiendo
volverme, terminar con este viaje, me volvía en avión, y sentía a veces, que me
estaba contradiciendo al hacerlo por ese medio, pero no me iba a contradecir en
lo que profesaba, ser feliz. Pedalee 3316 km, recorrí 6372 km. Había visto
lugares increíbles, roce el cielo con los dedos, vi como el sol prende fuego el
mar, cambie de rostros, de comidas y de palabras mientras las ruedas giraban,
subí en camiones, camionetas, dormí bajo la luna con frio, con calor, dormí en
la cama de un hostel y me llene de amigos, dormí en miles de casitas anda saber
donde y me llene de historias, y fui feliz hasta que deje de serlo, porque?
Porque la libertad y la felicidad son cosas para compartir, son para celebrar,
para abrazarse con alguien y decir, lo hicimos! Yo lo hice solo desde Tilcara
hasta Quito y no me arrepiento de nada, quizás tuvo que pasar todo eso, para
afirmar eso que acabo de escribir. No llegue a México, pero si veo la meta
solamente, no vería todo lo que paso y que realmente fue buenísimo, no llegue,
pero lo que crecí y aprendí es real, a veces no vemos lo que el camino nos da,
nos segamos por llegar y no aprendemos, pero yo no lo veo así. Libertad es no
ser esclavo, y eso también significa no ser esclavo ni a tus propias ideas, ya
demasiado con las cadenas del tiempo y de la sociedad, aparte ser esclavo de
tus proyectos? No, eso no es libertad. Quise darles otro punto de vista de la
vida y el mundo, espero haberlo logrado. Ahora es cosa de ustedes que esto no
quede solo acá, sean libres y felices, y compártanlo. Cambien ustedes, para
cambiar el mundo. No hay soluciones en los otros, ni en nada, ustedes son la
solución.
Podría
estar días escribiendo de cosas que he aprendido, de lo que vi y sentí, pero en
realidad lo único que se, es que todavía me falta mucho por aprender, por ver y
por sentir y lo mejor es que me queda un buen trecho de vida para hacerlo.
Ahora
me voy a jugar a las bolitas con mi sobrino, a la tarde me encontrare con mis
amigos, el domingo quizás tome los mates de almíbar de mi viejo, o me reiré con
mi vieja de las ocurrencias de mi hermana, y todo esto pasara con la sierras de
testigo, seré feliz porque las cosas simples de la vida no me dejan de asombrar
y seguiré contando historias, las de siempre con un par mas, porque una vez me
fui con un amigo en bici y bla bla bla…
Es
raro ahora escribir esto, pero esto fue Latinoamérica en dos ruedas, desde
Cosquín, en las sierras de Córdoba, acá transmite…
santi
de la luna