sábado, 22 de octubre de 2011

Hablando De La Libertad.......


“todo lo que vivamente imaginamos, ardientemente deseamos y entusiastamente emprendemos, inevitablemente sucederá”
Es raro caminar por donde camino, es raro saludar a la gente, es raro volver a una casa, es raro jugar a las bolitas con mi sobrino, es raro oler, comer y mirar, es raro quedarme hasta tarde charlando con un amigo como si nada hubiera pasado, y mas raro me parece aun, cuando voy en la flaiera (mi bici playera) y siento que nunca me fui, que solo fue un sueño, pero ese sueño, me marco las manos, el pelo, las ideas y la vida. Sin temor a equivocarme, fue uno de los mejores sueños de mi vida, porque dejo de ser sueño para pasar al plano de la realidad, se fundió con el aire y me hizo respirar…
Salí de Cuenca como a las 11:00 hs, luego de toma unos mates con Jose y agradecerle, ya que con todos los demás me había despedido en los días anteriores (incluso de Gonzalo y su familia, que fueron los primeros que me dieron casa en esa ciudad)
Encare para el cerro Cajas, que a la vez es un parque nacional, lleno de lagunas de agua dulce (mas de 100). El cerro se presentaba verde en miles de tonos diferentes, pero muy verde. Cuando comenzaba la tarde empezó a llover, me refugie en la única casita que vi a un costado. Allí una señora y su nieta me convidaron de su fuego y su techo, mientras la pequeña Jessica de 8 años, me decía: no tenga miedo, no somos gente mala, si se quiere quedar se queda, no le vamos a hacer mal.
Seguí hasta que empezó a atardecer, dándome cuanta que no podía hacer fuego, ya que estaba todo re mojado y que me tenia que conformar con unos tomates y unas zanahorias, pero antes hice un dedo por si las moscas. La magia se hizo presente, de tres camiones que pasaron, el ultimo freno, con Cristian López , Maribel Orellana y su hijo, ahí nomas me dieron un yogurt con cereales y me llevaron hasta su casa, en el km 26 (Virgen de Fátima) previo frenar en un lugar de noche a cenar je. En la familia eran todos mormones, asique entre bendiciones me dieron una pieza, en una de las noches mas calurosas de mi existencia (nada comparado con las que vinieron después)
Me levante temprano, ahí nomas me puse a pintar un cartel, desayuno merienda y cena, un cambio totalmente justo por lo que me brindaron, luego un desayunaso, tamal de plátano verde con pescado y arroz, y un café con leche. Luego de varias insistencias para que me quede, y de pensarlo también, decidí seguir, a donde? A Montañita, según los viajeros, uno de los paraísos de Ecuador. La humedad me hizo llegar flotando hasta Guayaquil, pasarla por el costado y seguir rumbo a la famosa ruta del sol. El sol era insoportable, pero llego el atardecer y el aire fresco me llevo a pedalear en total 88 km, me regalo uno de los mejores atardeceres de este viaje y me deposito en una estación de servicio. De noche y sin poder seguir, convencí a los playeros que me dejaran tira debajo de unas palmeras y plantas que había en la estación.
Antes de partir temprano al otro día, tuve que parchar a la velosirraptor. Luego pedalee hasta el mediodía y llegue a un pueblo llamado el progreso, el calor solo me hizo comer algo y seguir para buscar un lugar para echarme una siesta. El mejor lugar que encontré fue un caño de esos gigantes de desagüe, que pasan por debajo de la ruta, con unos murciélagos de compañeros, afortunadamente el aire fresco que corría por dentro me desmayo hasta las 16:00 hs. Luego la tarde llego, pero buscando un lugar para dormir, llego también la noche, me confié, y sin ver por donde andaba y a donde podía armar la carpa, continúe por la noche cerrada, alumbrado por los coches y la fuerza de sobrevivir, pedalee totalmente exhausto, y al fin llegue a unos caseríos, donde Ángel  me dejo dormir bajo un techo y a salvo.
Llegue a la ruta del sol como a las 10 de la mañana, comí un encebollado de desayuno (como una sopa de pescado riquísima) en un poblado frente al mar, llamado San Pablo. La ruta del sol es hermosa, pueblos pesqueros, con gente dorada por el sol y adormecidos al lado del gigante azul, en sus hamacas de red negra. Seguí por esa ruta, pase Monte Verde, Valdivia y otros pueblitos, la ruta cambio de nombre a: ruta del Spondilus. Bordeaba riscos de arena y me acompañaban cientos de pelicanos. Así llegue a Manglar Alto, pase el pueblo, creyendo que iba llegar a Montañitas al otro día, pero la sorpresa de un cartel me dijo, llegaste! Montañitas es re turístico, lleno de bares y restoranes muy lindos. Una muralla de piedras reciben al mar todas las mañanas y los surfistas plagan la playa desde el amanecer. Si queres fiesta, no te preocupes en buscarla, sola llegara, estés donde estés. A ese lugar llegan miles de personas de todo el mundo, porque ese lugar es uno de los tantos paraísos de ese hermoso país.
Ahora les voy a contar lo que me pasaba en la cabeza en ese momento: estaba otra vez en un lugar hermoso, después de tanto esfuerzo, llegue. Otra vez en un lugar único, y otra vez esa sensación que se hizo cada vez mas fuerte hasta ese día. No tenia con quien festejar esa llegada, alguien que entendiera como yo, que paso para llegar hasta ahí, nadie con quien abrazarme e ir gritando hasta el mar, como si el mar fuera un tesoro liquido. Las personas que me conocen, o los que han leído esta historia, saben que soy una persona con una energía y una luz buena, que rio y contagio, pero estaba apagado, estaba triste frente al mar. Trate en tres días, ver si no era algo del momento o las circunstancias, pero no, la sensación se hizo más fuerte. Decidí irme para Quito, pero la realidad es que esa capital quedaba como a 600 km o mas y había que subir a la cordillera otra vez, sin plata casi y de bajón, solo pensé: me voy a Quito, no tengo menos plata, de lo que tuve en algún momento y no esta mas lejos que mi pueblo, chau!
Salí de montañitas el jueves 22, con llovizna, pinche bajo esa llovizna en una subida grande, en medio de una jungla y con la civilización a varios km. Llegue a Puerto López, hermoso pueblo de pescadores, comí algo como a las 16 hs y seguí por la ruta del Spondilus pero se empezó a desertificar esa parte y los cambios livianos no me andaban. De un dedo llegue a Puerto cayo como a 20 km de donde estaba o menos. Ahí pregunte en el cuartel de bomberos por un lugar, José Luis Spinel Sedeño me dio una casa, un buen baño y comida. El recibía a viajeros siempre, porque decía que eran peregrinos y que así el aprendía mucho (mientras subís, la gente respeta mas a los que viajan de formas no convencionales, dicen que sos un guerrero, porque saben que para llegar hasta ahí, tuviste que pasar de todo)
Seguí bordeando el pacifico con la ruta desolada y abandonada, me dijeron que tuviera cuidado mas adelante, la delincuencia estaba brava por esos lados! Como a los 20 km me levanto Gonzalo Cadena y me llevo hasta cerca de Mantas y me explico unas utas para subir corto hasta Quito ( así y todo me faltaban mas de 300 km)
A las 16 horas me mande por un atajo lleno de palos borrachos, sol y desolado, tenia que hacer unos 20 km y salir a la ruta que va para la capital. Casi todo en subida, con la bici más pesada, se me terminó de dañar los cambios. De un dedo llegue hasta Piedra Fuerte, una familia me dejo armar la carpa, mientras me convidaba una buena sopa y yo trataba de arreglar la velosirraptor. Trataba de poner lo mejor, pero estaba con la cabeza en cualquier lugar.
Con el día nublado, por suerte, comencé a pedalear. Los primeros km el arreglo anduvo, pero cuando las subidas se hicieron teribles, se volvió a joder. Dedo hasta Chone, ahí los chicos de una bicicleteria, me arreglaron los cambios y le hicieron unos toques mas, todo x un dólar. El sol salió y continúe varios kilómetros con el de testigo, todo se me hacia muy pesado, hacia varios días que no dormía bien, no solo por el clima o los mosquitos, sino por las continuas pesadillas y la aparición en ellas, de familia y amigos.
Seguí subiendo con un paisaje increíble, pero no podía disfrutar nada, quería llegar a Quito, a que? Empecé a resolver que estaba muy triste y era porque no podía compartir todo lo bueno de este viaje con alguien, al fin y al cabo esta historia era para estar bien y nunca, todo lo contrario. Si yo pregonaba ser feliz y no lo estaba siendo, había que cambiarlo. Llegue a un pueblo llamado Flavio Alfaro, ahí me dejaron parar, en un polideportivo o algo así, y luego me dieron una pieza para pasar la noche.
 Al día siguiente arranque bien temprano. Con una humedad increíble, seguí trepando, pero el mal humor que tenía y las pocas ganas, hacían que todo pesara más. Pedalee unos kilómetros, tenia que llegar hasta Dolores, de ahí a Santo Domingo y de esa ciudad hasta Quito, eran solo 260 km mas o menos, en subida, casi nada jaja. Le hice dedo a una camioneta gigante nueva, pero siguió, pero para mi sorpresa a los pocos minutos volvió la camioneta, me subieron y me dijeron que iban a Dolores, joya! Mágicamente, no solo pasaron esa ciudad, pasaron la que seguía y llegaron hasta Quito! En el camino les habían avisado que tenían que ir a la capital a hacer unos trámites, la magia del viaje hacia lo suyo y yo sonreía, bajando a la velosirraptor en la gigante ciudad en medio de cerros preciosos. En esa ciudad me aloje en un hostel lleno de malabaristas, mochileros y artesanos, en su mayoría de Colombia, Argentina y Ecuador. Me comunique con mis amigos y familia, hablando con ellos y con lo que había pensado, decidí volverme. Podría haberme vuelto en la bicicleta, pero para volver así, era mejor seguir no? La propuesta era en avión, porque volver era ya. En esos días en el hostel todos los viajeros, me ayudaron, y me hicieron compañía, entre ellos estaba Stu, uno de los tantos amigos de este viaje, en la puerta de la pieza donde paraba había un escrito, que me indicaba que mi decisión era la correcta.
Todo se resolvió rápido, pero para mi los días fueron eternos, estaba decidiendo volverme, terminar con este viaje, me volvía en avión, y sentía a veces, que me estaba contradiciendo al hacerlo por ese medio, pero no me iba a contradecir en lo que profesaba, ser feliz. Pedalee 3316 km, recorrí 6372 km. Había visto lugares increíbles, roce el cielo con los dedos, vi como el sol prende fuego el mar, cambie de rostros, de comidas y de palabras mientras las ruedas giraban, subí en camiones, camionetas, dormí bajo la luna con frio, con calor, dormí en la cama de un hostel y me llene de amigos, dormí en miles de casitas anda saber donde y me llene de historias, y fui feliz hasta que deje de serlo, porque? Porque la libertad y la felicidad son cosas para compartir, son para celebrar, para abrazarse con alguien y decir, lo hicimos! Yo lo hice solo desde Tilcara hasta Quito y no me arrepiento de nada, quizás tuvo que pasar todo eso, para afirmar eso que acabo de escribir. No llegue a México, pero si veo la meta solamente, no vería todo lo que paso y que realmente fue buenísimo, no llegue, pero lo que crecí y aprendí es real, a veces no vemos lo que el camino nos da, nos segamos por llegar y no aprendemos, pero yo no lo veo así. Libertad es no ser esclavo, y eso también significa no ser esclavo ni a tus propias ideas, ya demasiado con las cadenas del tiempo y de la sociedad, aparte ser esclavo de tus proyectos? No, eso no es libertad. Quise darles otro punto de vista de la vida y el mundo, espero haberlo logrado. Ahora es cosa de ustedes que esto no quede solo acá, sean libres y felices, y compártanlo. Cambien ustedes, para cambiar el mundo. No hay soluciones en los otros, ni en nada, ustedes son la solución.
Podría estar días escribiendo de cosas que he aprendido, de lo que vi y sentí, pero en realidad lo único que se, es que todavía me falta mucho por aprender, por ver y por sentir y lo mejor es que me queda un buen trecho de vida para hacerlo.
Ahora me voy a jugar a las bolitas con mi sobrino, a la tarde me encontrare con mis amigos, el domingo quizás tome los mates de almíbar de mi viejo, o me reiré con mi vieja de las ocurrencias de mi hermana, y todo esto pasara con la sierras de testigo, seré feliz porque las cosas simples de la vida no me dejan de asombrar y seguiré contando historias, las de siempre con un par mas, porque una vez me fui con un amigo en bici y bla bla bla…
Es raro ahora escribir esto, pero esto fue Latinoamérica en dos ruedas, desde Cosquín, en las sierras de Córdoba, acá transmite…
                                                                                     santi de la luna

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Dicen que, que cuando llegue..........................


“En tiempos coloniales, Palenque, fue el santuario de libertad que escondía, selva adentro, a los esclavos negros fugitivos de Cartagena de Indias y de las plantaciones de las costas Colombianas. Pasaron los años, los siglos. Palenque sobrevivió. Los Palenqueros siguen creyendo que la tierra, su tierra, es un cuerpo, hecho de montes, selvas, aires, gente, que por los arboles respira y llora por los arroyos, y también siguen creyendo que en el paraíso reciben recompensa, los que han disfrutado de la vida , y en el infierno reciben castigo los que han desobedecido la orden divina: en el infierno arden, condenados al fuego eterno, las mujeres frías y los hombres fríos, que han desobedecido las sagradas voces que mandan a vivir gozando con alegría y pasión…” de PATAS ARRIBA (Eduardo Galeano)
Cruce la frontera con los soles que me quedaba, he ingrese al ecuador comiendo naranjas con esas monedas. Me quedaban 10 dólares en la mochila y los consejos de otros ciclocolifatos, de que en Ecuador, estaba todo bien para parar en la estaciones de bomberos. Con el último esfuerzo llegue hasta un pueblo llamado “Arenillas” , un pueblito chiquito y caluroso, lleno de militares que me miraban…bue, ustedes saben cómo je.
Me llegue hasta el cuartel, donde uno de sus encargados, muy amablemente, me ofreció el salón de convenciones del edificio de dos pisos. Ahí me acomode, invertí lo que tenía en verduras, queso, pan, para hacer unos sándwich, salir y vender. Mientras chateando con mi  Waiky (hermana/o, como se dice por estos lados a los que viajan) la juli co (Julieta Coeli) me decía que ella, junto con su familia, me mandaban un salvavidas, mil gracias!
Descanse de los 75 km, vendí  sanguche, mientras recorría entre sus casas de maderas de diseños cúbicos, mezcladas con motivos de la zona y colores suaves contrastados  con tonos fuertes de rosas, amarillos y turquesas, o mientras recibía monedas de 0,50 de dólar, con tres veces el tamaño del peso argentino. Conocí una señora, Marcia, que me levanto el ánimo, me regalo un par de cositas útiles y antes de irme me dijo que no me preocupara de nada, que en todos lados había gente buena.
Me fui de Arenillas con llovizna, que se intensifico rumbo a Machala, hasta quedar empapado. Llegue a la ciudad del banano, pensando que era más chica, busque otra estación de bomberos, y después de ir por mil lados, la encontré. De ahí me derivaron a otra. Hice sanguches de vuelta para juntar algo de plata y seguir, porque no me gustaba mucho la ciudad y lamentablemente había mucho sonido a delincuencia en las calles.
Pero antes de irme, la magia del viaje me regalo lo suyo. En el cuartel los bomberos no me daban ni la hora, pero en un momento alguien pregunto algo, y otro también, y así entre risas nos conocimos. Me contaron las mil historias, de cómo a veces no pasa nada y cuando pasa, el esfuerzo puede ser increíble. Nos tomamos unas fotos con algunos de ellos: Víctor Vásquez, Julio Cesar Terillo, Francisco Guzmán y de los que no tengo sus nombres, allá van las gracias! Con Víctor, incluso una noche, me vino a buscar en el auto, para llevarme a conocer Puerto Bolívar, desde donde se exporta el banano Ecuatoriano para todo el resto del mundo y a comer ricos manjares de esa zona: Cache frita (como una especie de trucha) con menestra de frijol y ostras con salsa criolla y limón, ricasso!! En el cuartel también me regalaron un presente que me acompaña y me recuerda de esa buena gente.
Merche hacia Cuenca por un lugar llamado “pasaje” y de ahí empezar a trepar a la ciudad. Muy húmedo todo, como Coroico en Bolivia. el verde resbalaba por los cerros y florecía en el bordo de los frutos del cacao y el amarillo de los puestos de banas del camino (en realidad acá, a la banana se la llama guineo maduro, del cual hay variedades: orito, norte, morado, seda, filipino y otros. Y esta el famoso plátano para cocinar, verde o maduro, cualquiera que sea, hay para todos los gustos y ellos lo usan en todo)
De la provincia de “el oro” pase a la provincia del “Azuay” . a la tardecita, luego de pasar solo caseríos, le pregunte a un hombre para seguir, me dijo que no era recomendable,  a eso le pregunte, que si me dejaba armar la carpa por ahí, me dio una casa que tenia de deposito, guineo oritos, arroz con estofado, huevo y aguacate (palta). Gracias a Jacinto Narváez y su flia! La noche llego, las nubes se fueron y 100 grillos me dijeron: a dormir.
Me levante temprano, me despedí de la familia, luego de un buen desayuno de regalo. Empecé a subir de vuelta, pero sentía re pesada la bicicleta. Tenía que hacerme una parrilla delantera para equipaje y así distribuir el peso, sino cada vez costaría más. Seguí hasta una parte desértica (comparada con la anterior) con mucho sol. Un dedo, me llevo hasta Santa Isabel, un poblado a unos 20 km. Pedalee luego del mediodía, unos 12 km más, pero entre lluvia y frenadas, se empezó hacer tarde e intente un dedo mas. Me recogió Gonzalo Solórzano, que me llevo a Cuenca contándome de la guerra por el territorio,  entre Ecuador y Perú, mientras nos adentrábamos a las sierras, esas hermosas sierras. Gonzalo y su familia, me llevaron a su casa y me dieron la bienvenida a esa ciudad.
Al otro día arranque temprano, para ver de conseguir un lugar para estar y conseguir dinero para ese lugar. Llegue hasta el costado de la catedral, saque los señaladores y empecé a contar la historia del viaje. No solo la gente colaboraba, sino que algunos hasta me ayudaban a vender, me invitaban a tomar café o se paraban muy atentos a escuchar. Hasta una familia me levo a almorzar a un re lugar y a pasear juntos con ellos para conocer. Washington y su familia, eran de Ibarra, mas al norte, donde desde ya, me dijeron, tenes una casa.
Cuenca: ciudad bonita, si las hay. Entre cerros despierta, una de las tantas ciudades coloniales que bordean los andes. Inmersa en arquitectura de ladrillos y piedra, limpita, tranquila y solidaria. Se deja rosar por sus ríos y mientras su cerro, el Cajas, produce nubes y humedad constante. Sus habitantes son amables y coloridos. Llena de arte y cultura de calle, grafitis, esténcils y murales, adornan el caminar o dejan un pensamiento al pasar.
Un día vendiendo trufas, con Nadia (Nadia, compañera de Stu, otros amigos del viaje) conocí a José Ferro   , argentino que vivía en Ecuador hace un par de años. Me dijo de su casa y que me podía quedar allí un tiempo mientras me acomodaba. Gracias José.
También en esos días llegaron, Gastón y Paula (los chicos con los que viví en Nazca) que junto con Stu, Nadia, José, Andrés, y otros pintores de la calle, nos la pasábamos de comilonas, como: asadito, choripanes y hasta hubo noches de canelones. Con los chicos hace tiempo que nos cruzamos y la alegría brota al vernos, la magia del viaje fluye y por unos días somos familia.
En eso, que el cielo cambiaba y los días hacían lo suyo, se me cumplió un año en el ruedo, en este baile y nadie me quita lo bailado.
Hasta las próximas letras.






Santi de la luna

domingo, 4 de septiembre de 2011

Los ojos no quieren dormir...


El 25 de abril del 2003, nació cuki (Matías Quaglia) mi sobrino, en momentos donde las cosas estaban difíciles en mi familia, trayendo luz y felicidad, uniéndonos a mi hermana y a mí, y tranquilizando al resto. Así como el llego a nuestras vidas, mi querida abuela (Angelita Bustos, la mejor maestra de cocina que tuve) se fue. Paso el tiempo, y el cuki crecía, una noche me dijo mi hermana que lo llevara a acostarse, porque no quería y a mí, me iba a hacer caso. Lo cargue en brazos, lo acosté en su cama,  con su voz suavecita y tranquila me dijo: “todo bien tío, yo me acuesto, pero los ojos no quieren dormir…”
Este informe está dedicado a mi sobrino, y a las abuelas, que muchas veces han ayudado a nuestra crianza, y por suerte, a nuestra mal crianza je.
Como les dije en el informe anterior, estas segunda parte de las costas del Perú, traen otro aire. La delincuencia me persigue un poco, pero no me dejo atrapar. Seguía sin dinero, pero tenía mi pasaporte. Con esfuerzo y perseverancia, compre un pasaje imaginario al Ecuador, el precio fue: nunca dejar de soñar…
Salí de Chiclayo, luego de despedir a David. Medio perseguido en la ruta debido a todo lo sucedido, y a los comentarios (fundamentados por la realidad) de lo que faltaba de las costas Peruanas. Cuando atardecía andaba por una parte desierta, antes de Piura, como a 70 km de Chiclayo, no tenía para hacer fuego, ni mucho para cocinar, asique decidí hacer dedo mientras andaba. Al toque me levantaron Hugo Lobo Román y Cesar Urbiola, que vivían en Lima. Me llevaron hasta el peaje de Piura, donde cene con ellos, debido a su amable invitación y a la intención de ayudarme más de alguna forma. Como no tenía mucho dinero, decidí quedarme en el peaje, donde hable con la dueña del comedor donde cenamos, y me dejo dormir ahí esa noche.
Al otro día me despedí de Elena, le agradecí ya que ese peaje, de noche, está lleno de historias nefastas. Pase por Piura a comprar provisiones y más adelante, me dispuse a tomar unos mates con la yerba que me había regalado David. Ustedes no saben hacia cuanto quería tomar unos mates de vuelta en la ruta, y lo que putee al no poder hacerlo, debido a que se me había roto, la última bombilla que me quedaba je.
Por la tarde, luego que paso el sol, pase por Sullana. El paisaje empezaba a cambiar un poco. Cruzando el rio Chira, las plantaciones de plátano y los piletones de arroz, tornaban el paisaje, agradable y húmedo. Estaba a la salida  de un pueblo llamado Mayaditos, cuando un fuerte viento en contra no me dejo seguir avanzando. Volví hacia el pueblo y luego de preguntar en una estación de servicio, me pegue un buen baño y me dejaron dormir en el techo de la misma.
Arranque 7:30, con el día nublado. Como a 23 km, solo las plantaciones de cañas bordeaban la ruta. Me frene en una parada de colectivo a descansar y a leer un rato. En eso varias personas de la casa del frente salieron a saludarme y convidarme fruta. Al rato me levante, sin ganas de pedalear, hice 100 metros e hice dedo. La primer camioneta que paso a mi lado, se cruzó delante mío y me cargo. Era Santiago Solari, que vivía como a unos 100 km en “los órganos” , en el pueblo de Vichayito. Entre risas me conto de sus viajes por el mundo, donde estudio en algún momento para ser Chef. Me dijo que si no tenía nada que hacer, me invitaba a almorzar. También me dijo que tenía un barcito y algo más, frente al mar…ese algo más, al cual llegamos como a la hora. Se trataba de su casa, un completo vivero (Palo Santo) un barcito resto (Ñaylamp)  y un par de cabañas bien equipadas, todo en un conjunto natural, rustico, guiado por la simpleza y el buen gusto, frente al mar.
Lo primero que dijo Santiago, luego de  descargar la velosirraptor, fue: vamos a pegarnos un chapuzón? Junto con Julián de Boston, un conocido de el. Las costas preciosas de esas partes, son de arena blanca y bien fina, de agua turquesa y cálida, donde el anfitrión me decía: cada vez que conozco a alguien, lo traigo para acá para que conozca donde vivo, y porque lo elegí. Primero fui cauto y de a poco ingrese al agua, porque como soy de las sierras, los ríos son mi fuerte, pero el agua me encanta, asique al  rato ya andaba trepando olas, que por cierto en esos lugares empiezan a crecer.
A la vuelta almorzamos con varios de sus empleados (ya que el lugar es grande y con mil cosas por hacer) por supuesto un  buen pescado apanado (algo así como la milanesa) con arroz y menestra (es como un guiso bien liquido de frijoles colorados). A la tarde, el lugar y la predisposición del dueño, me llevaron a relajarme y por supuesto, olvidarme de los apuros de cruzar a frontera. Ya no podía salir, se me había hecho tarde. Santiago nos ofreció a Julián y a mí, una de sus cabañas.
En el bar, se habían hecho para la noche reservas, de dos mesas, una con dos personas y la otra con dieciséis, asique después que cayó el sol, andábamos con Julián de meseros y bacheros. No solo dimos una mano, sino que aprovechamos para probar mariscos, camarones, diferentes pescados, todo muy ricoooo!!
Solo una nota, entristeció la melodía de ese lugar. Cuando avisaba por internet donde andaba, uno de mis mejores amigos, el gordo (Rodrigo Lema Mundini) me avisaba que había fallecido: la Lita, su querida abuela, que junto con la del flaco (Darío Molina) eran mis nonas adoptivas. Paralelamente y comprendiendo la compensación, de tan tremenda perdida, Fran (Francisco Heredia) me avisaba que junto con su novia (Marie del Rio) emprendían ese hermoso camino de ser papas. El ciclo de la vida trae una lágrima, y lo equilibra al segundo, con una sonrisa. Desde allá, la Lita, la Abu del flaco y mi abuela, nos guían como estrellas, como varias veces lo hicieron aca, mientras otro niño llega al mundo, y con él, la esperanza, de que todo puede cambiar.
Arranque tarde al otro dia luego de agradecer a Santiago, por dejarme en la ruta y por su simpleza y su hospitalidad. El sol quemaba entre subidas y bajadas. Cuando llegaba la tarde, había pasado Cancas y llegue a puntas sal, ahí unos locos, me dejaron dormir en un parador de playa que ellos cuidaban, medio dejado pero hermoso lugar, lleno de objetos antiguos y desechos naturales del mar.
A las 5:30 estaba desayunando y al toque saliendo, para que el sol no me agarrara. A la noche frene a descansar, mientras terminaba de leer el Quijote. Luego a la hora andaba por zorritos, comprando algo para el almuerzo, que realice minutos después, con platanos al rescoldo y sándwich de queso.
Esa noche dormí en una casa que un cuidador me dejo, en frente del mar, previo pegarme un baño entre olas y meditar en la playa junto a los cangrejos del lugar.
Temprano me dirijo hacia Tumbes, que como toda ciudad fronteriza, es recomendable cruzar temprano je. Como a las 9 estaba desayunando a la entrada de la ciudad, con el poco dinero que me quedaba.
Pase gigante piletones de arroz y varias plantaciones grandes de bananos, llegando como cerca de las 11 a la frontera. Luego de hacer los papeles correspondientes, lo había hecho!! una risa, mi propia risa era lo único que escuchaba cruzando un puente y entrando al Ecuador, solo me quedaban 10 dólares y un par de soles en moneda, tenía más de lo que tuve en otros momentos y otro país, otra energía, me daban la bienvenida.
Tengo exactamente 2884 km pedaleados, sumando todos los dedos, me dan un total de 5331 km y me depositan en Cuenca, ciudad desde la que escribo esto. Que paso entre la frontera y esta ciudad? Será para el próximo informe.
El mundo me está mostrando sus maravillas, mientras algunos sierran sus ojos y su alma; mis ojos no quieren dormir; otros no en a su alrededor, ni hacen nada para cambiar el aire que los rodea; mis ojos no quieren dormir; aquellos que tiene el poder, lo mal utilizan, envenenan la tierra, pero se enfrentan a los que no queremos una eterna siesta; mis ojos no quieren dormir; lo que no enseñan en las escuelas y en las facultades, la vida te lo muestra, gracias Angelita por enseñarme y cuki por mostrarme, mis ojos no quieren dormir, mis ojos no quieren dormir, mis ojos no quieren dormir…
                 Santi de la luna

jueves, 18 de agosto de 2011

Given to Fly...

Hace varios días que ando en la ruta, sin parar. No es por gusto, ya que los paisajes y las personas de las costas del Perú, son hermosas y radiantes. Si me he apurado, ha sido por dos sucesos, que tienen que ver con la delincuencia que reina en estas zonas y que lamentablemente le quitan a unos las ganas. Esto es un resumen, de la primer parte de las costas…

El lunes 18 de julio, Salí tarde de Nazca, con mucho sol, avanzando solo 48 km hasta Palpa. Allí le pregunte a una familia, que tenía un puesto de naranjas (como todos los de esa zona) si podía pasar la noche. Me dijeron que si, me llenaron de naranjas, me convidaron café con pancitos y por la mañana, la señora no me dejaba ir si no le aceptaba un buen desayuno! Luego me tome una foto con la flia y arranque. Pase por valles fértiles en medio de dunas de arenas muy fina. Después de pasarme toda la mañana cruzando un cerro, llegue al medio día a San Nicolas,me tire al costado del camino, entre unos campos de choclo. Mientras la gente terminaba su jornada, pasaba al lado mío, y me ofrecían :sandia, garbanzos, arvejas y choclo de regalo. Estas mismas personas me aconsejaron, de no seguir a la tarde porque el desierto que continuaba era bastante bravo, para pasarlo por la tarde. En el pueblo hable con una señora, Carmen Huamani, que me dejo pasar la noche en un club de madres.

Salí como a las 7:30 hs, con el cielo nublado, a cruzar dicho desierto. El sol se asomo 1 hora más tarde, mientras cruzaba cerros marrones y grises, entre cubiertos de arena, y más adelante, gigante terrones de cal, adornaban ambos lados del camino. Llegue a Ica como a las 16hs, la antesala fueron grandes campos con viñedos y frutales. Venía muy contento, pero cansado con los 84 km recorridos, eso hizo distraerme, en una ciudad bastante convulsionada, y descuidarme con una riñonera, la cual me robaron sin darme cuenta. En ella estaban todos mis documentos (DNI, cedula y pasaporte) dinero y otras cosas. Trate de mantener la calma, mientras caí en la zona donde me encontraba, y que si no salía de ahí no solo eso me iba faltar. Me diriji a la comisaria solo por el hecho de sentar la denuncia. Luego encontré una pareja de chicos buscando un lugar barato para parar, y entre los tres alquilamos un cuarto de mala muerte, por muy poco dinero.

Dispuesto a tratar de resolver todo lo más rápido que pudiera y con solo 50 soles a mi favor, temprano Salí para Lima. Llegue hasta el peaje, y me puse hacer dedo, 300 km me separaban de esa ciudad. Pasado el medio día, me levanto Alberto, un camionero buena onda, que apenas le conté lo sucedido, me ayudo a cargar la velosirraptor y seguir hasta Lima. En el camino me invito a comer. Más adelante se vio el mar, allá, debajo de los acantilados, por sobre los cuales la panamericana zigzaguea . Llegamos de noche a la ciudad, busque un lugar para alojarme, sin encontrar, nada barato, hasta que al dar con algo más o menos, no me dejaban quedarme por no tener documentos. El quedarme en la calle significaba, ser presa de las ratas de eso suburbios. Recordé que tenía el teléfono, de uno de los hijos de Eleonor (ver informe de cusco) que vivía por ahí. Llame a Jorge, y me dijo que podía darme lugar hasta el viernes, ósea esa noche y la que seguía. El trabajaba desde las 8 y volvía a la casa a las 23 hs. Al otro día, me pase toda la mañana en el consulado, en el cual la primera respuesta fue que, solo me podían dar un salvoconducto para volverme a Argentina, pero luego de contarles los motivos de mi viaje y la forma de hacerlo, me pidieron que les consiguiera unos papeles y la suma de 30 dólares y quizás se podría hacer. A la tarde vendí unos señaladores que hago con frases a colaboración, para comer y poder juntar para los tramites que tenía que hacer (por ejemplo, pagarle a una persona para que en migraciones me hiciera un trámite, con documentos. Son como buitres a las afuera del edificio)

La gente del consulado fue muy amable, ya casi tenía todos los papeles, me faltaban los 30 dólares y las fotos. El sábado a la mañana entre los amigos y la flia, me mandaron un giro, que Jorge muy amable me lo cobro al instante, y eso me dejaba respirar un poquito más tranquilo.

El consulado cerraba hasta el lunes. Jorge me dejaba tener la bicicleta, máximo hasta el miércoles en su casa, mientras donde iba dormir? Tenía el teléfono de los papa de una amiga que conocí en Cuzco (Antuane Mendivel y Santos Gómez, gracias chicos por ayudarme y por las tardes de charlas en Korilazos). Hable con Leoncio Mendivel, me dijo que me esperaba en el barrio de Comas Collique. Leoncio y Consuelo, no solo me dieron una cama, me malcriaron con muy buena comida la de ella, mientras que con él nos poníamos en charlas de literatura, y entre todos veíamos los partidos de la selección de futbol y los de vóley del Perú. Ellos hicieron mi estadía en Lima, mucho más tranquila, al poder desocuparme de ciertas cosas, para ocuparme de los papeles. Mil gracias Consuelo y Leoncio!!

El lunes para sorpresa mía, me entregaron en 20 minutos el pasaporte. Hasta que no lo tuve en la mano no estuve tranquilo, por fin podía continuar mi viaje. Al otro día busque rápido mi bicicleta en lo de Jorge, el cual me regalo una mochila y yerba!! Le agradecí y en una carrera alocada entre las mini combis y los transeúntes , por seguridad je, llegue por fin en 1:30 a Comas.

El 28 de julio, luego que consuelo me diera escabeche de pescado para llevarme y que Leoncio, me regalara una versión corta del Quijote de la Mancha (en el cual tenía la inscripción: “que ganas de decirte vamos”) aliste mis cosas y me fui para la panamericana, cantando “la roda de los vientos me ah de guiar, y de ahora en mas vais a verme vagabundear…Serrat”

Salí contento de alejarme de lima y continuar. Y aunque no se manejar pelotitas, ni banderas, ni fuego, con 50 soles tenía que hacer malabares de vuelta. Lamentablemente no podía ir por las costas tranquilos, los dichos de robos y asesinatos en las costas son un rumor constante: entre pedalear y hacer dedo, pase por Chancay y al atardecer llegue a Huacho. Ahí el dueño de una estación de servicios me dio un deposito para dormir y una cena de regalo.

Al otro día Salí con algo de llovizna. La neblina no me dejaba ver el mar, pero escucharlo me hacia transitar en paz. Renegué mucho para hacerme de comer, porque todo estaba húmedo y el fuego se me apagaba. Al atardecer llegue a un pueblo llamado Paramonga, el parar en el campo no es cosa segura por acá. Después de hablar con una familia a la salida del pueblo, me dejaron armar un campamento en una especie de vecindad, donde todos eran familiares. Me regalaron algo para cenar y una buena jarrita de café calientito, que tomaba mientras terminaba de leer “la vuelta al mundo en 80 días, Verne”

Me despedí temprano y a las 8 hs los campos de azúcar, eran mis compañeros de ruta, como a los 24 km me encontraba otra vez en un desierto, con montes de arena maciza en colores rojos y verdes. No solo la delincuencia me apuraba, el permiso que me habían dado para estar en Perú, era hasta el 21 de Agosto y yo también quería estar un par de días en las costas de más arriba. Mientras ando a veces hago dedo, en eso me levanto Juan Ormeño, me ayudo con la pesada velosirraptor, me invito a comer un buen ceviche y a los 200km, me dejo en Viru Chao. Decidí pasar la noche en ese pueblo, pero en donde? El horizonte estaba lleno de incertidumbre y de malos colores. En eso pregunte a unos hombres que me habían saludado, si no habría algún lugarcito por ahí para armar una carpa, rápidamente me ofrecieron el patio y las llaves del portón, donde se juntaban los de su partido jeje. Eran Jorge y Héctor Bobadilla, eh incluso Héctor me llevo a conocer el pueblo en su moto y a cenar por ahí. El vivía en España y sabia lo que era andar en otras tierras.

Cuando me acosté, caí en la cuenta, de que hacía días que estaba nublado, pensando en Trujillo al otro día, me dormí mirando el cielo que reventaba en millones de puntos de luz.

Me despedí de todos y empezó a pedalear algo cansado y con viento en contra. Faltando 20 km, me cruce a dos ciclocolifatos, que venía de estar en “la casa del ciclista de Lucho Ramírez” eran dos que se llamaban Mateos, uno de Canadá y otro de estado unidos. Esta casa donde habían estado ya nos la habían nombrado los colombianos que encontramos cuando recién salíamos. Ellos tenían más de 20000 km pedaleados. Nos tomamos unas fotos e intercambiamos información.

Llegue a Trujillo como a las 15 hs, directo a la casa de Lucho, me convido un rico arroz con lentejas, limonada y de ahí a la famosa casa: Lucho hospeda a ciclista de todos lados del mundo allí, hace varios años ya y su nombre resuena entre los caminos de los ciclonautas. Tiene 2 piezas y un baño, y hasta una modesta biblioteca. Yo era el ciclista número 1561 que pasaba. Tiene 5 libros con dedicatorias de todos los que por allí pasaron, algunos de los que firman son: en bici por Suramérica, Sudamérica pedal, ciclo cine, infinity tándem, ciclo expedición, tándem de miel (luna de miel en bici doble genial!!) Word on bike, Suramérica en cleta, etc. Hay también personajes destacados como el caso del chileno Rubén Reyes que estuvo 16 años recorriendo América o Heinz Stuke, Alemán, que estuvo 47 años dándole la vuelta al mundo, y demorándose un poquito en cada lugar. Lucho se acuerda de casi todos y humildemente y de una forma graciosa cuanta historias, aparte tiene la casa ahí misma de venta y arreglos de bici, y en donde siempre que puede te da también una mano, a cambio de una colaboración para los gastos de la casa. Gracias Lucho!

En Trujillo descanse y trate de juntar algo de plata, vendiendo a colaboración los señaladores, en eso conocí al loco Tony, un vendedor de la peatonal, que a su lado me dio una mano de forma desinteresada y cuando se hacía de noche me acompañaba en su moto bici hasta la casa, porque a la noche pululan los delincuentes en esa ciudad.

Un día venia con las alas bajas entrando en el mercado, medio decaído, desde una mesa una pareja me saludo, eran unos parceros (viajeros de Colombia) John y Mafe, que se iban en un rato para la playa de Huanchaco(donde se practica zurfing y se ven todavía las antiguas balsitas personales de totora), que quedaba cerca y me invitaban a ir con ellos. Cambie de aire, y a pesar de que les dije a ellos, realmente no supieron lo bien que me hicieron.

Cuando regrese Huanchaco, en la casa había llegado un ciclista de Zaragoza. Que venía renegando con su bici y carro y los quería vender. Luego de conocernos un poco, junto con lucho, le dimos otras opciones para seguir. El resumen fue, eliminar el carro y agregar dos parrillas para una alforjas caceras. Con David Lorenz, al toque nos propusimos viajar juntos, yo estaba muy contento de tener otra vez compañero y de sentirme más seguro.

El 5 de agosto salimos de Trujillo, tarde, pasamos por Huanchaco, donde encontramos a los colombianos, y continuamos viaje luego de comer, hasta un peaje. Donde al hacerse de noche, decidimos mas aun hacer dedo, ya que el pueblo que seguía era Paijam, famoso por sus asaltos a los ciclista una vez que pasa el pueblo. Más tarde nos levantaron unos camioneros que nos llevaron a Chiclayo, contentos porque supuestamente, habíamos pasado lo más peligroso.

Llegamos de madrugada a un depósito de camiones, donde dormimos hasta las 6 ya que los camioneros tenían que cargar. Nos fuimos hacia adelante del depósito, donde había una estación de servicio, para acomodar todo. Ya era casi de día, y la gente y los camiones empezaban a circular. Mientras David buscaba una herramienta para su bici con otro camionero, alguien se llego hasta mí, para distraerme, mientras que en una moto taxi se llevaban las dos mochilas de David. Fue terrible, yo me sentía re mal. Le dije a David que contara con mis cosas y con lo que me quedaba de dinero para lo que sea. Por suerte ahí en Chiclayo hay otra casa de ciclistas, la de Javier Pérez (amazonas 770) en la cual la familia de Javier nos brindo lo mejor, mientras nosotros nos ocupábamos de resolver lo que se podía. A David le robaron todos sus documentos y la posibilidad de vivir de lo que a él le gustaba, su cámara y su laptop. El se mostro casi siempre sereno y calmado. En estos casos es mejor estar así, ver como resolver lo que se puede, lo perdido así quedara. La policía en las costas es un adorno del sistema, que junto con los delincuentes, tienen a la sociedad Peruana sumergida en el terror y en el encierro.

David tenía que volver a Lima, para hacer sus papeles y ver si podía continuar viaje. Con esto culminaba nuestro corto y trágico tramo, pero que si no hubiéramos estado juntos podría haber sido peor. Nos despedimos y quedamos en quizás vernos más arriba.

Me gustaría haber escrito otras cosas, pero esto es lo que paso. Aunque esto parece trágico, hubo mucha gente más que entre medio, de diferentes formas nos dio la mano. La gente que te ayuda lo hace ya sea porque tiene ganas, o porque tiene algún pariente afuera y quisieran que con el fueran igual o porque ya les paso algo similar, al fin y al cabo ellos saben que todo vuelve.

Dar una mano no ter hace ni pobre ni rico, pero el día de mañana te puede salvar la vida, yo sé bien, esto que les digo. Si alguna vez, ojal no, se les presenta alguna situación parecida, verán lo que han sembrado y por ende lo cosecharan.

Perú es hermoso y su gente, más todavía. La delincuencia no es parte de esto dos aspectos, pero ojala encentren el modo de erradicarla, ya que esto es terribles para todos.

La segunda parte de las costas, vendrán en el siguiente informe, donde en una veloz subida, los paisajes y las historias, toman sol y se bañan en el mar. Desde el Ecuador este ciclocolifato sonríe y les desea buena vida, hasta las próximas letras.

Santi de la luna